Abrió los ojos tras unas inquietas horas de sueño. Tratar de poner orden a sus pensamientos fue inútil.
El aire enrarecido de esa ciudad extraña contribuía a exacerbar esa sensación de que la alumbraba un sol de octubre surreal. ¿Podría esconderse de su mirada? Incapaz de apartar de su mente la inquietante idea, empacó y abordó un autobús con dirección a occidente.
Tenía tiempo que no le quitaba el sueño un hombre... y ciertamente nunca pensó que fuera a ser él. ¡Qué bien había leído su corazón!
"Más sabe el diablo por viejo que por diabo... y tú, querido, eres ambos."
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