La búsqueda incesante del entendimiento con otro es el pasatiempo de la soledad.
Todos buscamos ese entendimiento con el cuerpo, el alma y la mente. Soñar nace del deseo de no apartarnos después de habernos acercado, pues cuando ese entendimiento se vislumbra, duele saber que no será para siempre. Pero peor aun sería el no reconocer en ti y en mí a ese otro.
Así, en algunos encuentros fugaces también vive el amor, agridulce y esquivo, en una de sus infinitas variantes...
Ah, porque a ti también te preocupa el amor, como a los amorosos de Sabines...
Y ahora, ante la certeza de lo imposible, queda siempre abierta -como un casi cruel recordatorio de lo sucedido-, la posibilidad de lo incierto...
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