viernes, 7 de abril de 2006

Cooper??

Hoy tuve tanto miedo de perder a mi bebé.

Mi pequeño me despertó a las cinco de la mañana maullando a mi puerta; media dormida pregunté qué pasaba -Cooper??- y me contestó con un maullido angustiado. Me levanté y allí estaba, cubierto de detergente líquido todo su flanco derecho desde la punta de la nariz hasta la base de la cola. Al verlo así me llené de terror pensando en que pudiera morir envenenado.

Entró al baño detrás de mí con carita de angustia y yo, temblando, abrí la llave del lavabo para lavarlo bajo el chorro de agua tibia por largos minutos, al tiempo que trataba de discernir qué tipo de detergente espeso lo cubría -si sería muy venenoso-, cuánto se había comido siguiendo su felino instinto de lamerse -qué efectos tendría-, cuáles serían las contraindicaciones -si aun estaba a tiempo de aplicarlas-; mientras tanto sabía que tenía que quitarle la substancia de encima a como diera lugar y me atormentaba pensar que podría estar desperdiciando minutos vitales. Continué tratando de quitarle el detergente; sus patas, sus manitas, su panza y, al lavar su carita embarrada, él soportó el agua en su nariz tan serenamente que me angustiaba su poca reacción.

No podía dejarle residuos. ¿Cuánto tiempo más debía lavarlo? ¿Cuánta más agua? No recuerdo ya bien ni cuánto tiempo me llevó, pero supongo que debí quedar convecida porque finalmente lo envolví en mi toalla de baño y lo llevé abrazado a mi cama para secarlo y averiguar si la substancia estaba haciendo estragos o no.

Tuve tanto miedo. Creo que notó que lloraba y por eso se mantenía quieto.

Después de un rato me pidió que ya no lo frotara para terminar él mismo de secarse con la lengua. Lo observé y actuaba normal. Mi cachorro no parecía estar envenenado.

Mientras tanto, mis papás habían venido y descubrieron que, de algún modo, tiró un bidón de 8 litros de detergente para lavadora (el suelo del cuarto de lavado era una imposible alberca azul) y supongo que se resbaló en el viscoso líquido cayendo sobre su costado; no me explico de qué otra manera pudo quedar cubierto de una capa tan espesa de detergente. Un accidente. Debemos tener más precauciones y agradecer que éste no fue un accidente fatal.

La contraindicación en caso de ingestión era solamente tomar agua. Unas horas después, el veterinario dijo que no había señales de intoxicación en proceso y que quizá no se comió mucho detergente. Yo sé que sí debió comerse algo y que debió lastimarle la garganta porque está un poco ronco y no ha querido comer más que un poco de atún.

Todo el día ha estado chiqueón, como cuando era realmente pequeño y yo era para él su mamá. Confío en que mañana estará mejor.

He tenido tanto miedo de que muriera el único ser que de algún modo he traído a la vida. Aun se me salen las lágrimas de sólo imaginarlo.

Como si fuera una película, recordé al gusanito amorfo que me había sido entregado hace 3 años en una cajita de klínex-rescatado del basurero donde fue abandonado el mismísimo día de su nacimiento-; recordé los días que pasé alimentándolo con un pequeño biberón, hasta que sus orejas se despegaron y un par de ojos se abrieron; las largas horas en que lo contemplé, asombrada de que aquella cosita diminuta tuviera vida. Lo quiero tanto.

También pensé en los otros, en aquellos que se han ido dejando un hueco en mi alma. Pensé en el compañero de juegos que iluminó mi infancia y que un día murió dolorosamente en mis brazos, sin que pudiera ayudarlo; pensé tambien en aquél que nunca volvió a casa, el más querido gato de nuestra familia (y cuyo destino adivinamos porque otro de nuestros gatos llegó convulsionándose unos días después). Y ahora sigo triste pensando en que un día he de ver la vida de mi Cooper extinguirse también.

Anoche pudo trastocarse dolorosamente la naturaleza -del mismo modo que podría ser que yo no llegara a vieja- pero si todo sale bien en nuestras vidas, un día de todas maneras tendré que decir adiós... y sólo espero que sea un adiós sereno.

Este pensamiento de muerte me ha lastimado hoy. La cara de tristeza de mi Cooper, que aun no se recupera del todo, me llena de ternura, pero también de nostalgia por los días que aun no son... pero serán.
*

2 comentarios:

Herr Boigen dijo...

eso pasa por meter a los gatos a la lavadora, doña matritz

Miss Matrix dijo...

Ja-ja