Si Manuel López llegara a la presidencia, estaré furiosa con mis compatriotas. Sé bien que para aplacar mis temores y asimilar mejor el golpe, podría optar por la rabia y, aunque hay gente a la que podría perdonar por su ingenuidad, acabo de descubrir que hay otros a los que no puedo perdonar desde ahora.
Hace rato uno de mis ciberamigos se destapó como un pejelagartista de corazón... y sentí ganas de llorar -vaya sensación molesta esa de querer llorar por algo así!- La decepción finalmente me hizo llorar y ahora estoy enojada por ello.
Sé que el tema es escabroso; me siento casi intolerante pero ¡no estamos hablando de religión! (a final de cuentas cada quién se arregla con su dios) sino de política, que es una cosa muy diferente porque todos los mexicanos vamos en el mismo barco.
Finalmente le di rienda suelta a mi frustración y discutí acaloradamente con él a través del msn... odio perder el control de mis emociones y descubrir afectos ignotos que ¡no deberían estar allí!
Me siento confundida y creo que esto ya es encabronamiento.
Lo peor es que ya no sé si ello se debe a haberme enterado del idilio de mi amigo con el Peje, o si se debe a que el asunto me pudo y nunca creí que le tuviera tanto afecto a ese elfo.
Bueno... sí sé.
*
No hay comentarios.:
Publicar un comentario