miércoles, 25 de junio de 2008

La fascinación por los otros

Después de mucho tiempo de no escribir, un posteo en el blog de Herr Boigen me ha inspirado a hacerlo, pues trata de un tema sobre el que he reflexionado en múltiples ocasiones.

Me refiero a la diversidad cultural y a lo políticamente correcto. Coincido totalmente con h.B. y además me encanta poder tener ahora su visión desde el punto de vista regio.

Las diferencias culturales entre, por ejemplo, su ciudad y la mía -Monterrey y Xalapa- son enormes e incluso algunos aspectos han sido para mí motivo de reflexión o hasta de risa, sin que jamás se me ocurriera pensar que la gente de una u otra ciudad fuera más o menos mexicana como comenta que algunos extranjeros han llegado a aseverar. Simplemente en México estamos acostumbrados a que todos somos siempre diferentes y celebramos las diferencias.

Así, el padre que llama a su hija Negra, celebra la característica física más sobresaliente de su pequeña, distinguiéndola de entre sus demás hijos y de entre los hijos de los demás. No es motivo de horror como lo fue para la canadiense amiga negra de h.B. cuando escuchó a un padre mexicano dirgirse a su hija.

Ahora un ejemplo personal. A mí, de niña, los chamacos del kinder y la primaria siempre me andaban cantando esa de "en el bosque de la china, una china se perdió". Y pongo a propósito con minúscula la China porque es obvio que a esa edad la canción nos hablaba de un bosque propiedad de alguien con el pelo chino, y no de un país ignoto llamado China. Pero bueno, el punto es que, si bien me cagaba, era por lo repetitivo del asunto, no porque me pareciera ofensivo, pues qué chingados, a final de cuentas yo era la única niña con un brillante pelo negro y chino que atraía las miradas y las manos de mis compañeros quienes, curiosos, constantemente querían tocarlo. Que si me traumé? Jamás! Una cosa es que a veces no estés de humor para escuchar bromas repetitivas sobre tus características físicas naturales y normales, y otra que realmente sientas que es ofensivo!

Para mí está claro que utilizar una característica física para calificar al prójimo es algo normal, y que el asunto se vuelve ofensivo únicamente cuando la característica es discapacitante y se utiliza más bien para descalificar.

Ser negra como su amiga, o china como yo, es motivo de celebración cuando estás en un entorno donde los demás no comparten esas características físicas, en cuyo caso las personas de egos gordos (o de volumen diferenciado, para ser políticamente correcto) como yo, más bien lo disfrutamos. Será que es cuestión de enfoque?

Ya soy adulta y ya sé que la gente cuando me conoce siempre tiene que preguntarme si mis chinos "son naturales" y acto seguido piden permiso para tocarlos. Bueno, eso cuando son personas adultas, pues los niños simplemente quieren tocarlos... y lo hacen! Y lo hacen con la misma naturalidad y desenfado con que antaño lo hacían los niños que fueron mis condiscípulos, así, invadiendo mi espacio personal y todo, ajenos totalmente a lo políticamente correcto y, por supuesto, sin concebir ideas tan absurdas como que eso podría ir contra los sentimientos o las ideas de la persona poseedora del atributo físico que les fascina por inusual.

Eso me llena de esperanza al ver que en México seguimos estando libres de las mamadas de las sociedades que no saben qué hacer con su diversidad.

Para mí es obvio que, quien cree que "negra" es ofensivo es porque cree que es una característica discapacitante, y entonces hay que preguntarse más bien quién es el ofensor, si el que llama por su nombre las cosas o el que busca eufemismos para disfrazar su miedo... o su vergüenza.

Por mi parte, yo siempre sonrío, contesto las mismas preguntas -que en tres décadas no han variado!- sobre mis chinos, y dejo a la gente tocarlos y estirarlos.

Incluso, cuando un adulto me pregunta y leo en sus ojos las ganas de tocarlos junto con la represión que impone la buena educación, yo bromeo al respecto e inclino la cabeza para animarlos a tocarlos, pues afortunadamente, en este país, una inclinación de cabeza y una sonrisa durante una conversación ligera se lee como una sencilla invitación a constatar que los chinos son "naturales" y no como un intento de acoso sexual!

Realmente creo que estimular la curiosidad por el prójimo es fuente de placer y fascinación; y también creo que las sociedades donde todo tiene que ser políticamente correcto castran esa curiosidad natural y la convierten en algo culposo y degradante, cerrando así la puerta a esa fascinación por los otros que nos enriquece y, en última instancia, alimenta al amor.
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