jueves, 12 de agosto de 2004

Mónica

¡Ay, Mónica!

Te has ido en un día insospechado, en medio de un momento absurdo -las llantas despegádose del pavimento.. un coche que por un instante vuela-.

A través de la incoherencia que permea la escenografía de acuarelas deslucidas -que es el mundo a través del frío manto del duelo-, tu familia te llora.

Tu hijo pregunta si te fuiste al cielo cuando el coche sangró... pero tu hijo dulcemente ha de olvidar en su inocencia. Recae en los demás la responsabilidad de aprehender el recuerdo para alimentar con él a la melancolía.

Ay, Mónica... detrás del manto del duelo no existe "otro mundo donde los pájaros siempre canten, otro mundo donde el sol siempre brille, otro mundo donde nada nunca muera..." No vale de nada quererlo todo. La vida es así.

Y ya habrá de llegar, si no el consuelo, al menos el olvido que lava al dolor... porque los seres humanos -todos- somos así...
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