Pasan los días y lentamente se pudre bajo turbias aguas la gloria de una ciudad legendaria, viva hasta la semana pasada. Y en las cercanías, bajo escombros y cieno, los pueblos que a su alrededor gravitaban son pura desolación.
Cuando hace unos años, el río Nautla (aquí en el estado de Veracruz) se desbordó con un huracán, hubo muchos pueblos que desaparecieron, junto con los puentes y la carretera costera... fue algo terrible.
Ahora con Katrina, casi no se habla en las noticias de los demás pueblos en las orillas del Mississipi, pero la situación debe ser bastante grave. Además de las pérdidas humanas, están las de infraestructura y patrimoniales.
Nunca he ido a New Orleans -quizá ahora nunca lo haga- pero creo que después de esto, aunque se consiga expulsar de sus calles las obscuras aguas, la ciudad no será la misma... imagino con pena que el barrio antiguo con sus extraordinarias casonas ha de haber sufrido grandes estragos. Pero como si tanta tragedia no bastara, el caos impera en el área y eso es un verdadero pandemonium -balaceras, saqueos y estupros incluidos.-
Prepárense para que la siguiente cursi-novela de Anne Rice incluya vampiros, brujas y demonios destruyendo New Orleans difrazados de huracán... es muy capaz la señora (como yo soy capaz de igual seguir comprando sus novelas y leyéndomelas en mis malos ratos).
Sólo queda esperar que pronto todo se estabilice. Nadie -ni los gringos- merece sufrir el desamparo de ser azotado por las fuerzas incontrolables de la naturaleza.
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